El Nene Soria

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Mauricio Coccolo

Existen muchas formas absurdas de morir, pero ninguna como la que le tocó al Nene Soria. El Nene tenía una vida ordenada, no tomaba, no fumaba, no comía de más. Pero le tocó. Por lo único que sufría era por el fútbol: le dolían las derrotas del Atlético y que lo tildaran de mufa.

Por culpa de esas habladurías que siempre encuentran a los idiotas indicados, al Nene Soria lo habían marcado injustamente por algunos partidos increíbles del Atlético, como si él fuera responsable de las desgracias de un club que nunca había sido campeón y, casi siempre, perdía más de lo que ganaba.

Al principio, el Nene se lo tomaba en broma y le restaba importancia al asunto. Se prendía en algunas chanzas recordando que había estado en el segundo partido de San Lorenzo contra Peñarol, por la Libertadores del 60. Siempre contaba la misma historia: aclaraba que en esa época la Copa no se llamaba Libertadores y que él no había viajado al desempate que se jugó en Montevideo, sino a la revancha que había sido en la cancha de Huracán.

El Nene Soria, además de fanático del Atlético, era hincha de San Lorenzo y tenía de ídolo a Sanfilippo, por eso le decían Nene. A veces, cuando le preguntaban por su verdadero nombre, él jodía diciendo: José Francisco. El Nene Soria era de esos viejitos que todos en el pueblo conocían, pero nadie sabía bien quién era en realidad.

Sin que nadie lo notara, el año que pasó lo que pasó, el Nene Soria había dejado de ir a los lugares que solía frecuentar. A la pasada, alguien había comentado que le parecía raro que el Nene no cruzara por la vereda de la escuela, como todas las tardes. El tema había salido porque los chicos en el recreo se gritaban: “¡Soria-Soria-Soria!”, para mufarse cuando jugaban a los penales.

El Nene Soria se había recluido en su relojería, donde dejaba que se le escaparan los días con la radio como única compañía. En la radio tenía lo que más le interesaba: los partidos del Atlético, que había armado un equipo sin demasiadas pretensiones, pero los resultados se fueron dando.

Una de las sequías más duras que se recuerden en la zona terminó siendo clave para la campaña del Atlético. Como la cosecha de soja había fallado, los gringos que ponían plata en los clubes grandes de la Liga empezaron a retacear. Entonces, la cosa se emparejó. El Atlético dio pelea con el estilo de siempre: orden en defensa, garra en el medio y arriba el turco Aley, que hizo 21 goles. La receta era simple: gol del Turco, 1 a 0 y todos atrás.

La precisión de las estadísticas sobrevivió al paso del tiempo porque el Nene Soria, que siguió toda la campaña a través de la radio, fue anotando los datos en un cuaderno Rivadavia, azul, de tapas duras. Más allá de cómo terminó la historia, a juzgar por sus trazos, el Nene disfrutó de aquella campaña: los números dibujados, adornados, quedaron como la expresión de un hombre que fue feliz.

La semana de la final fue complicada para el Nene Soria, atrapado por una insoportable contradicción. Por un lado, sentía las ganas irrefrenables de ir a la cancha para ser testigo de una posible consagración histórica, pero, por el otro, sufría la amenaza interior de ser el desencadenante de una amarga derrota. No había ido a ningún partido en todo el año, ¿y si justo perdían cuando él iba? Para resolver el conflicto, el Nene no tuvo mejor idea que consultar con una curandera, de una ciudad vecina, que tenía fama de especialista en sacar sombras del más allá.

Según diferentes versiones, el diagnóstico inicial habría sido determinante. La curandera le advirtió a Soria que una sombra del pasado lo tenía atrapado. El Nene buscó en su memoria posibles motivos, pero no encontró ninguno que le pareciera suficiente para provocar tanto daño. La viejita, entrecerrando los ojos y moviendo lentamente los dedos, le habría dicho que la única solución era clavar un puñal al pie de la cruz del cementerio.

Es probable que al Nene Soria la idea le haya parecido una locura, pero a caballo de la euforia que traía acumulada se dejó llevar por los impulsos. La noche previa a la final, que aquel año se jugó a un solo partido en cancha neutral, el Nene esperó hasta las doce, como le había dicho la curandera, se puso un sobretodo viejo que tenía desde que era joven y salió hacia el cementerio.

El Nene Soria, con el sobretodo cubriéndole hasta los pies, las solapas levantadas y un cuchillo en el bolsillo derecho, salió de su casa, solito con su alma, buscando sacarse la cruz para poder ir tranquilo a la cancha. Al día de hoy, nadie sabe por qué el Nene se puso un sobretodo en pleno verano. Algunos suponen que quería pasar desapercibido.

En el cementerio del pueblo hay una cruz gigante en el centro, blanca, que parece de mármol pero es de cemento, y desde ahí salen cuatro calles que distribuyen a sus costados los panteones. El Nene Soria entró por la puerta principal, sin mirar hacia atrás ni a los costados, con cierto temor, caminó lento y sin pausa hasta chocar con la cruz. Es probable que en ese momento se le hayan aflojado las piernas, dejándose caer de rodillas.

El Nene sacó el cuchillo del bolsillo y con las pocas fuerzas que le quedaban en el cuerpo lo enterró hasta donde pudo, sin notar que al mismo tiempo clavaba la punta del sobretodo, que quedó aferrado al suelo. El Nene soltó el mango, dejó ahí las últimas huellas de sudor, se puso de pie jadeando y, sin pensarlo, quiso salir corriendo pero sintió que lo agarraban desde abajo. Un rayo de miedo y culpa le atravesó el pecho. El Nene Soria cayó fulminado al piso y su caída hizo tanto ruido como la dura derrota del Atlético en la final. [-]

6 comentarios

  1. Hermosa cronica y particular historia. Como siempre un grande Mauricio. Saludos desde General Deheza, de un chico de 17 que conoce muchas de las citas de esta historia como por ejemplo, el Aley.

    Saludos

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    • ¡Muchas gracias, Agustin! No te olvides que las historias no son reales, aunque pueda parecer lo contrario. Saludos.

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  2. Si lo se. Mi viejo es Gustavo Caraffa, nativo de Idiazabal y el fue quien me dio a conocer su trabajo en la cadena 3. Desde ese entonces empece a escucharlo y seguirlo por twitter. Y leer sus historias, que supe que no eran reales cuando le comente a mi viejo y me dijo que podrían ser ficticias porque el no recordaba nada de eso. Quisiera transmitirle el sentimiento de mi viejo, el siente orgullo que una persona del pueblo donde el se crió haya llegado tan lejos y tenga tanta proyección, y mas en un ámbito que nos gusta a el y a mi como es el periodismo deportivo. Yo puedo decirle que lo admiro y estoy evaluando la posibilidad de estudiar periodismo deportivo, porque la verdad es algo que me apasiona, por eso me gusta mucho escucharlo y leer las historias. Un saludo grande de mi parte!!

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  3. Esas historias que se convierten en mitos y leyendas,propias de los pequeños pueblos.
    Toda historia tiene algo de verdad y algo de incierto, pero quedan plasmadas en el conocimiento popular.
    Te agradezco , como persona nativa de nuestro Idiazabal, que nos hagas ver tantas historias lindas.
    Felicitaciones por tus logros…saludos de tu ex vecina.

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  4. Muy bueno Cachorro, como nos tenes acostumbrados, buenas historias de pueblo con el toque exquisito que te caracteriza, y si de historias de Idiazábal se trata, prepara mucho papel porque vos sabes que son muchas, con personajes y personas que sin ser actores fueron muy buenos protagonistas…….te envio un fuerte abrazo y……gracias por estar siempre aqui……. ¡¡ Muchos Exitos !!

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